jueves, 26 de febrero de 2009

Marató de Barcelona (-3)

Hace aproximadamente un año leía un texto del escritor Uruguayo Marciano Durán – muchos de vosotros lo recordaréis – que se titulaba “ESOS LOCOS QUE CORREN”. En pocas lineas expresaba de una forma muy realista muchas de las sensaciones que nos llevan a correr, así como hábitos y costumbres que nos unen a todos.

Esta semana he tenido el placer de leer otro escrito, en este caso un post, que me ha puesto igualmente o mas si cabe la piel de gallina. Este describe un maratón de una forma increíble. Además el autor transmite muchas de las sensaciones que le suceden a lo largo de la prueba, concretamente durante un marató de Barcelona que corrió, y describe los puntos de paso de esta carrera.

El post lo he leído el el blog de CARLES ESCOFET, compañero de AtletesVNG.org, maratoniano que entre otras ha corrido el maratón del Sahara, y que también se enfrentará el domingo a la prueba de la capital catalana, pero su autor es ALBERT TUBAU, maratoniano sub 3 h.

El texto es originalmente el catalán por lo que, después de pedir permiso, lo he traducido al castellano para que los que no pudierais entenderlo también lo disfrutéis. En el enlace de CARLES ESCOFET tenéis la oportunidad de leerlo en catalán, y en este post su traducción.

Es simplemente sublime, extraordinario, y si no, ya me lo diréis después de leerlo. Os recomiendo que os toméis un tiempo sin que nadie os moleste. Para los que estemos en Barcelona corriendo este fin de semana nos adelantará algunas de las situaciones con las que nos encontraremos, y para los que no, pues sencillamente disfrutad de su lectura:

"CORRER EL MARATÓN, ¡QUE TONTERÍA!

A primera hora el cuerpo va sobrado, sublime, eufórico... Los gritos de soporte, las timbaladas y otras músicas ambientales hacen enloquecer las neuronas i anima cada una de las fibras musculares. Te sientes el dueño del mundo y pisas las calles de la gran ciudad con una arrogancia y orgullo un punto chulesco. Los tiempos parciales programados se cumplen con una facilidad insultante.

En la segunda hora, eso si, el escenario cambia radicalmente.Y no lo decimos por el cambio de barrio. El corredor se da cuenta de golpe y porrazo que a cada kilómetro empieza a perder unos segundos preciosos, valiosísimos. Fracciones de tiempo que en el día a día no tienen ningún tipo de protagonismo pero que ahora se transforman en el punto de inflexión vital entre la esperanza y el desánimo, entre la ilusión y la rendición. El ataque de pánico añade mas sudor frío al sudor hirviente que ha dejado de manar para convertirse en “crosta”. El corredor tiene las primeras ausencias y asiste absorto a un dialogo subrealista entre el cuerpo y la mente. ¡No se ponen de acuerdo! ¡Pánico de nuevo! La mente se mantiene serena, estable, e intenta ejercitar un cuerpo cada vez mas decrépito que se revela a seguir los dictados del cerebro. El glucógeno de los músculos se agota por momentos y ya hace rato que la sangre les llega escasa de oxígeno y vacía de los nutrientes necesarios. A veces sucede a la inversa. El cuerpo se siente fuerte, envalentonado, pero la mente no está por la faena. Ha renegado a dirigir ese esfuerzo ingente sin contrapartida- ya se sabe que el cerebro hace prevalecer en exceso la cuenta de resultados- e invita al corredor a desistir. ¿Lo queréis mas literal? Párate, acaba con esta agonía, tómate un refresco y disfruta de la vida, que no te hace falta dar explicaciones a nadie. ¡Maldito pragmatismo! El cuerpo y la mente no se ponen de acuerdo. El corredor no se para.

Entramos en la tercera hora. ¿La última etapa? Si todavía no lo hemos probado, el encontronazo con el muro es inminente. ¡The Wall! Viejo conocido del corredor de fondo, el muro aparece contundente, inconmesurable, en mal momento. El cuerpo se desinfla y la cabeza no lo ve claro. La aritmética se va a hacer puñetas. ¿Que tiempo querías hacer? En este punto, cuerpo y mente se divorcian definitivamente. El cuerpo ha dejado de obedecer las savias instrucciones del cerebro. Este abandona, y renuncia del todo a conducir ese cuerpo rebelde y obstinado. El cerebro humano no puede entender la estupidez de un cuerpo ofuscado en pasar por alto toda regla de equilibrio, prudencia y racionalidad. El instinto de supervivencia no lo aconseja. Mientras esto pasa, las extremidades se han conjurado contra toda disciplina. Piernas y brazos se mueven al azar sin coordinación posible. ¡Que estilo de correr! Las zapatillas se enganchan en el asfalto y la inclinación del cuerpo te transforma en jorobado. ¡Suerte que por aquí no hay ningún conocido! ¿Falta mucho? Las eses de ida y vuelta del tramo final de la diagonal hacen daño. Al cuerpo y a la mente.

Finalmente, enfilamos el paseo cerca del mar. Las torres de la Vila Olímpica son la referencia. Todavía están demasiado lejos y ya deseas su sombra. El Parc de la Ciutadella i el paso por debajo de l´Arc de Trionf. ¡Apoteósico! Se escapa una lagrimita en medio del pasadizo de campeones que dibuja un público entregado, recordando las últimas rampas del Tourmalet.
Empezamos a pisar la Barcelona mas profunda. ¡Esto se acaba! La Plaça de Catalunya, el Portal de l´Àngel, la Plaça de Sant Jaume... Sube el nivel de adrenalina. Si, todavía quedaba un poco. Los escenarios de postal de la ciudad Olímpica y los gritos de ánimo neutralizan el intenso dolor que ahora ya, definitivamente, se ha instalado en las piernas del corredor. Los músculos están a punto de reventar. No hay dolor, indican algunos letreros a lo largo del recorrido. A estas alturas, negar la evidencia resulta un inútil ejercicio de autosugestión. Las Rambles, el Paral.lel... Estamos llegando.Una de las últimas esquinas y ya estamos en la calle Sepúlveda, que aparece con toda su largura. De una longitud imprecisa, infinita, inalcanzable. Lejos, demasiado lejos, se intuien las columnas del lateral de la PlaçaEspanya. De pronto descubres con terror que esas columnas tienen vida propia. ¡Se mueven! Levantas la cabeza y te parece que podrías tocarlas, vuelves a levantarla y han relegado su posición. Las muy cabronas...Ese kilómetro de calle se ha convertido, año tras año en una muestra perfecta de las grandezas y miserias humanas del maratón. Unos pocos -haciendo uso de fuerzas misteriosas- aprietan el paso camino del éxtasis. La mayoría, arrastran con penas y esfuerzos unos cuerpos desvalidos que intentan amotinarse a cada paso. Hombres y mujeres que corren a ciegas, o que se paran...y se dan cuenta sorprendidos de que no pueden volver a arrancar. Otros se apoyan y apalancan en coches, árboles y farolas en un intento desesperado de estirar unos músculos agónicos. Los gemidos, soplidos y todo tipo de sonidos -no del todo humanos- se entremezclan con los ahora ya estériles gritos de ánimo de los espectadores.

Confluencia con el Paral.lel, la última esquina y la Avda/. María Cristina. De golpe, todo da un giro inesperado. Cambio de escenario. La realidad da la vuelta como un calcetín. El cuerpo recupera las fuerzas. Reservas desconocidas, escondidas, íntimas. La espalda se endereza, los brazos recuperan el ritmo sincronizado que habían abandonado ya muchos kilómetros. Las piernas dejan de arrastrarse i se atreven a saltar tímidamente sobre el asfalto. La respiración se acelera. Es la entrada a la gran avenida y el corredor se va posicionando hacia la mediana. Así, poco a poco, se va abriendo el gran angular y visualizamos la perspectiva sublime de l´Avda/. María Cristina. La gente se aglomera en los laterales, perfilando el camino hacia la gloria. Ahora, pero, ya no somos capaces de reconocer las caras. Es una gernación, una masa uniforme de rostros que te contemplan. Ellas y tu. Relantizas el paso. Ahora si, ahora tu controlas el tiempo y el ritmo. El estilo, la harmonía, la excelencia del correr... Las torres venecianas se inclinan a tu paso en señal de reconocimiento. El Palau Nacional como telón de fondo, es ahora el castillo imaginario de nuestros sueños de niño convertidos en residencia de los Dioses que hoy rendirán homenaje a estos guerreros reencarnados en corredores de Maratón. Subimos lentamente por la gran avenida. Los pórticos de la llegada se alinean delante de tus ojos. No sabes muy bien cual es el definitivo.¡Que mas da! Quieres disfrutar de todos ellos, uno tras otro, saborearlos como verdaderos y particulares arcos de triunfo. Correr a cámara lenta, que la recta no termine nunca. La música, las ovaciones, el speaker... Las emociones ahogan la respiración. Un nudo en la garganta entorpece la entrada de oxigeno. Los ojos se humedecen. La mano se levanta señalando al cielo y solo vuelve para parar el crono. La alfombra roja: ¡Ha terminado!

Entonces, el apoteosis. Abrazos con los desconocidos que te envuelven. La complicidad del esfuerzo, del dolor, del reto, ya nos ha convertido en compañeros para siempre. Ellos son de los tuyos y tu de los suyos. Los sudores de funden y algunas lágrimas se vierten juntas. ¿Y el tiempo? ¡Que mas da! 42 kilómetros y 195 metros... ¡Una mas!"

ALBERT TUBAU


Plas, plas, plas, plas, plas, plas……..

Un saludo.

9 comentarios:

Paco dijo...

Joan, que pasada! me ha encantado! y que miedo...no se como voy a llegar al domingo!!

German Alonso dijo...

Está muy bien. Refleja perfectamente los pensamientos que te surgen en un maratón (y eso que no he corrido el de Barcelona), las dudas y los dolores.
Lo tengo en cuenta. Saludos.

Espartano dijo...

Genial me ha encantado. Mil gracias por la traduccion.

Anónimo dijo...

Molt bo. L'any vinent espero tindre aquestes sensacions en aquesta cita tant important a la que aquest any asistiré com a public. Molta sort per diumenge campió!!! Una abraçada.

Lo Búfal dijo...

Joan Josep has tingut una gran idea al traduir-ho. Cal compartir-ho amb tots els runners.
Salut i potes ara i sobre tot diumenge!!!

Lo Búfal dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Rafa González dijo...

Ya está! Decidido! VOY A CORRER UN MARATÓN!!!!

schuster dijo...

En un Maraton, pasa de todo, pero como siempre el colofon es cruzar la meta, el Tiempo da igual, y habra tiempo para analizar todo.

Suerte este Domingo, y Animo y al toro

Francho dijo...

Nunca he corrido una maratón (no se lo digáis a nadie pero una media tampoco).

Después de leer esto, con los ojos humedecidos, sé que algún día llegará mi momento.

Por ahora a disfrutar de la preparación.

¡¡Mucha suerte el Domingo!!